Romper cabezas
“Yo no puedo escuchar música, excita mis nervios. Me dan ganas de decir pavadas y acariciar a la gente que, viviendo en este infierno inmundo, puede crear tanta belleza. Porque hoy día no hay que acariciar a nadie: le mordería a uno la mano. Lo que hay que hacer es romper cabezas, romper cabezas sin piedad, aún si, idealmente, estamos opuestos a toda violencia”. *
Conversación de Lenin con Gorki, relatada por éste en su libro sobre Lenin y el mujik. Citado por Richard Pipes, The Russian Revolution, Nueva York, Vintage Books, 1991, p. 352.
Desde El Agora nos es muy grato colaborar con la propuesta del CCCE, ya que para nosotros transformar la cultura de la violencia en cultura del diálogo supone soñar con la reinstauración de la plaza como símbolo de lo público. Las personas que hemos creado El Agora sentimos nostalgia de la plaza y la consideramos el espacio privilegiado para construir ciudadanía.
En el Agora nos nucleamos alrededor de la vigencia de los principios democráticos como fundamentales para el mejoramiento de la vida en las ciudades. Estamos convencidos de que si queremos humanizar los espacios urbanos es necesario reanimar prácticas sociales casi desvanecidas como la conversación, la solidaridad, la complicidad, el pensar juntos, la participación comunitaria, la confidencia.
De la declaración al ejercicio
Norberto Bobbio especialista italiano en ciencias políticas, denominó al periodo vivido por la humanidad, desde la segunda mitad del siglo XX, como la ERA de los Derechos, que después de todo lo ocurrido, bien podríamos decir que es la era de la expectativa de derechos. Es otra la visión que podemos tener, pasando de las prohibiciones y a los derechos.
Nosotros decimos que tenemos valores, no hace falta que los inventemos. Todos los países han ratificado varios instrumentos de derechos humanos. La cuestión es llevarlos a la práctica.
La Declaración Universal de Derechos Humanos, que proclamaron estos valores como un derecho inalienable de la persona, ya desde el artículo 1:
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. La dignidad, antes que los derechos. El artículo 29, que no se cita lo suficiente dice: “Toda persona tiene deberes respecto de la comunidad”. Tampoco hemos hecho realidad esa visión. Sobre todo nosotros, los que nos dedicamos a trabajar en favor de los derechos humanos.
Hemos hecho hincapié siempre en la mitad de la agenda, que para nosotros es muy importante –no a la tortura, no a los asesinatos extrajudiciales, independencia de los jueces, libertad de prensa, libertad religiosa. Por supuesto todo esto es vital. Y nos preguntamos ¿ cómo es posible que no veamos que los derechos humanos son nuestros aliados y no nuestros enemigos?
Debemos destacar el derecho básico de las personas a tener comida, agua potable, salud, educación. Esos también son derechos humanos. Los derechos humanos tienen que adoptar la agenda de la dignidad y los derechos. Dignidad, es decir, respeto a uno mismo, identidad cultural y todas las formas de hacer una mejor globalización.
Los derechos humanos son derechos inalienables desde que nacemos, y es necesario un mundo en el que haya derechos mínimos indiscutibles al alcance de todos.
La jerarquización de unos derechos frente a otros derechos, no hace mas que confundir, ya que de la mano de esta intromisión en las identidades culturales se deduce un deterioro de las condiciones para desarrollar otros derechos de los que consideramos prioritarios. (A los ricos cultura y a los pobres alimento)
Ya no cabe discutir acerca de la naturaleza de los derechos… creemos que debemos hacer lo necesario para ponerlos en práctica. Hacerlos valer, ya no es una cuestión filosófica, religiosa o moral, es política, se trata de ponerlos en marcha de garantizarlos en la practica cotidiana.
Mas derechos, mas seguridad, menos violencia mas derechos.
Todos tenemos algunas representaciones de la violencia, sufrida o referida por testimonios. Pero nuestras respuestas responden a preguntas que nos formulamos, y son estas quizás las que hay que revisar.
La violencia es un tema de actualidad. Y no solo como tema de grandes orientaciones sino en lo que concierne a nuestro cotidiano.
La vida cotidiana de cada uno de los habitantes sobre la cual la violencia remanifiesta en cualquiera de sus formas tiene mucho mas impacto que el que le queremos reconocer, ya sea la violencia de los otros, mostrada por las imágenes en los medias, o los mecanismos del acto violento de nuestras propias vivencias.
Usar la violencia o sufrirla, abiertamente o escondiéndola, silenciándola. Irritación, trastornos, malos tratos, opresión. Eso es en lo cotidiano precisamente donde la violencia toma sus innumerables formas, tiene múltiples causas y consecuencias, pero algo es inmutable: la violencia genera victimas.
Será posible que tomemos conciencia del problema?
Como hacer para que algo tan fuerte emocionalmente no se convierta en banal?
La propuesta es reflexionar para intentar comprender a través de manifestaciones artísticas y culturales que con diferentes lenguajes nos permita acercarnos a este tema tan difícil de abordar y reconocer diferentes tipos de violencias y derechos: La violencia de estado, violencia domestica, derecho a la identidad, a la salud, a la libertad, al trabajo que veremos a lo largo de este ciclo.
A menudo los artistas, se anticipan a los acontecimientos, como si su sensibilidad les permitiera percibir lo que se está gestando. Así Carlos Alonso, en su pintura de fines de los 70, se anticipa a la década que seguirá. Hace visible lo que era invisible.
Es a partir de la aceptaci ón de los demás, de su diferencia y de su imprevisibilidad que podemos luchar contra la intolerancia, las estigmatizaciones y la discriminación. |