Enterrada en el cuerpo del recuerdo presenta imágenes que nos refieren a una inmigrante, quien en sus maletas, materiales y poéticas, va a empacar las cosas necesarias para empezar su nueva vida. Muy pronto se da cuenta que ni en una ni en la otra va a caber todo, y que hay cosas que por siempre quedarán del otro lado. Sus recuerdos, en mayor o menor medida un sueño, le ayudarán a hacer pié, y su futuro (también un sueño) cobrará sentido al abrir los ojos o cerrarlos a su nueva identidad: inmigrante, exiliada, refugiada, indocumentada, o una nómada self-made.
Condenada, o liberada por el entremedio, su vida es un nuevo proyecto en construcción. En las fisuras, en las grietas y en las heridas (corporales, geográficas, legales…), se irá armando un nuevo cuerpo. Este cuerpo es su última frontera. Un territorio que esconderá o revelará de acuerdo a sus deseos y necesidades o a las imposiciones desde afuera. Enterramos lo que no se queremos ver, pero también lo que queremos plantar para poder crecer, para construir, y obrar la transformación de una herencia a menudo dolorosa de destierro, en un mapa dibujado de futuro. Una cartografía que también representa una suerte de regreso.
A través de acciones y de imágenes, gestuales, sonoras y visuales, el performance interactivo Enterrada en el cuerpo del recuerdo nos ubica en el momento de la partida de una inmigrante. Entre la amnesia y la memoria, entre el exilio y el sueño de prosperidad, del desarraigo a la construcción de una nueva identidad, la realidad de cruzar, resulta invariablemente en un ser cruzado. |
*Secos y Mojados es un colectivo Latino con base en San Francisco, California.
Violeta Luna, actriz performera mexicana, ha desarrollado el trabajo de acciones e imágenes gestuales. Víctor Cartagena, artista plástico y multimedia salvadoreño realizó el diseño de espacios y objetos. David Molina, músico y compositor angelino/salvadoreño realizó las imágenes sonoras. Roberto Varea, director argentino, ha estado a cargo de la coordinación general. |