Prácticas que permitan entusiasmar a los protagonistas del tejido social:
La mediación ciudadana.

¿Participar en estos tiempos?
 

Liliana Kremer *

En Ética para Amador, F. Savater dice: "Tener conciencia de mi humanidad consiste en darme cuenta de que, pese a todas las muy reales diferencias entre los individuos, estoy también en cierto modo dentro de cada uno de mis semejantes".
El reconocimiento de las diferencias, la tolerancia como modo de reconocer lo que el otro siente, tratar de entender su forma de vivir y de comportarse aunque sea muy distinta a la nuestra, partir de la certeza de que cada uno, con otros, puede ser protagonista responsable de lo que hace y de las consecuencias de su accionar…son algunos de los supuestos básicos en los que ancla la mediación.
Pero, que es la mediación?. ¿es una "técnica", es una solución "alternativa" a los métodos habituales? ¿Es sólo esto, es más que esto? Escuchamos hablar de mediación en el ámbito judicial, comunitario, escolar, familiar, en empresas…La mediación como aquello que puede ayudar a resolver pequeños y grandes problemas.
Existe diferentes ideas y prácticas que dan cuenta de lo que es, y, salvo que quede como un discurso de moda o aprisionada por una u otra profesión, la mediación necesita que esas ideas y prácticas puedan conocerse, reconocerse y vivir juntas para contribuir al fortalecimiento de culturas ciudadanas.
Entre estos modos diferentes esta la mediación institucionalizada, que tiene como objetivo facilitar que las partes puedan encontrar conjuntamente alternativas para la resolución de sus conflictos. Aquí interviene el mediador, tercero neutral que conduce un proceso, que si bien es flexible, responde a procedimientos formales y tiene determinadas reglas.

Otra y sobre la que ahondaremos en esta oportunidad es la mediación ciudadana.
La mediación ciudadana es una práctica social que ancla en la vida cotidiana de la gente, en la preocupación por construir vínculos diferentes en el sentido de conocer, compartir, solidarizarse, comunicarse.
Es un motor para provocar y facilitar encuentros, vínculos, para aprender a comprender, para reconocer, respetar, tolerar y si es posible, gozar de semejanzas y diferencias.
La mediación ciudadana busca abrir caminos para prevenir el estancamiento, suscitar ideas nuevas, provocar y presionar políticas públicas, es decir, es una herramienta para construir puentes, nudos nuevos, respetuosos, dignos. Es Animar la libertad.
Para superar las tan frecuentes respuestas individuales, fragmentadas, aisladas, las del "sálvese quién pueda y como pueda", poder buscar u encontrar otras formas de convivencia.
Implica un compromiso de resolución apropiada de los problemas a través del diálogo.

En estos tiempos, prácticas que anudan y que enredan:

Podemos descubrir e inventar formas de hacer política, desde una participación, un protagonismo responsable, inclusor, es decir desde un principio de igualdad de derechos.
El trabajo, los empleos, la educación, la cultura, la seguridad, la salud, la vida en la ciudad, en el pueblo o en el barrio son bienes comunes, públicos: ¿Quién podría quedar afuera?¿Qué personas van a co-construir esos bienes compartidos? ¿Cómo modificar, superar, pensar, innovar. Cómo inventar esa nuevas prácticas?

Estas prácticas innovadoras son aquellas prácticas que buscan transformar, entrando y saliendo de las conversaciones que se suscitan, generando otras, agregando palabras, reconociendo emociones, compartiendo opciones, negociando significados.
Son prácticas que duran horas o a veces pocos días , que provocan entusiasmos, dudas, permisos, asombros, preguntas, presiones, deseos, libertades, ideas, encuentros.
¿En dónde? En un bar o en centros vecinales; en escuelas, empresas o en una parroquia; en un sindicato, un municipio o una región.

Cuando contamos la historia de una experiencia estamos construyendo las verdaderas historias. Las verdaderas historias son esas pequeñas-grandes historias que los humanos vivimos, escribimos, narramos, escuchamos, recordamos, son esas historias las que nos sostienen, diferencian, nos incluyen como personas.

Las historias se pueden contar y construir: el caso de los diálogos públicos

Cuando la gente participa se producen cambios. El poder hablar y escuchar, conversar, hace más permeable, más accesible, más cercano el mundo a la gente y el mundo de la gente.
Un grupo de diálogo es un grupo de gente que conversa, que comparte experiencias, discute, negocia sentidos y significados.

Las relaciones se forjan en esa mezcla de voces entre historias privadas y públicas, todas atravesadas por conflictos que cada uno tiene consigo mismo, con otras visiones, creencias, intereses, necesidades, valores. Los conflictos son entidades vinculares, se arman (y por eso re-arman, superan,modifican)entre personas vinculadas entre sí y esto implica buscar la reflexión, la comprensión compartida, el pensar en los intereses, necesidades, valores, razones de cada uno, respetando puntos de vista diferentes, considerando razones y sentimientos, buscando nuevas razones.

Los diálogos facilitan tiempos y lugares para contar historias: son espacios en donde se desarrollan procesos de interacción, de co-construcción, de intercambio y de modificación de las diferentes realidades cotidianas.
Es una posibilidad para que mucha gente pueda compartir con otros sus ideas, porque cada palabra, cada historia es válida y es importante para poder ir reconociendo y construyendo otras historias, con los otros.
Es provocar espacios públicos donde se construyen procesos que faciliten la búsqueda alternativa de respuestas (aún pequeñas, transitorias o parciales), al mismo tiempo que permiten aprehender nuestras realidades de manera diferente.
En tiempos en donde todo parece igual,¿Cómo reconocer las semejanzas y las diferencias? ¿Cómo escucharlas y entenderlas?
Dialogando nos introducimos en un proceso de educación que permite negociar significados, sentidos, conversaciones que llevan a la construcción de culturas ciudadanas inclusoras.
Pasa por reconocer y conocer, criticar y respetar, encontrar herramientas para cuestionar y generar opciones alternativas.
Pasa por la posibilidad de que cada uno pueda ser autónomo, protagonista y responsable de lo que dice o no, de lo que hace o deja de hacer, pasa porque cada uno pueda involucrarse.

Y Schaffer pregunta ¿por qué narrar, contar, conversar ? Porque contar historias de nuestras vidas ayuda a comprender el significado de las dificultades y de los problemas. Para que el cambio se torne creíble y alcanzable"

Un diálogo, a diferencia de un debate no busca generar modificaciones generales.
Propone conversar como un trabajo que nos damos para encontrar a otros, apoyándonos en las experiencias de cada uno. Conversaciones que nos permitan construir culturas múltiples mientras cambiamos algunos argumentos y relatos del guión de esas, nuestras historias de carne, hueso y corazón.

(el articulo continua. Para más información sobre el artículo envienos un e mail: a elagora@arnet.com.ar)

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