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Dos informes publicados por este diario en semanas anteriores dieron cuenta de las medidas preventivas que toman los cordobeses para afrontar la inseguridad que se respira en las calles de la ciudad de Córdoba. Alarmas, rejas, seguros, agencias privadas de seguridad, práctica de artes marciales y hasta uso de microchips de rastreo parecían ser las únicas alternativas de la gente para sentirse un poco más segura.
Sin embargo, hay cordobeses que consideran que estas medidas no son las únicas ni las más adecuadas para evitar contratiempos en ese terreno. Estos vecinos aseguran que la ocupación de los espacios públicos y la solidaridad constituyen armas poderosas a la hora de combatir la criminalidad.
Hace cuatro años, los vecinos de barrio Villa Quisquisacate eran víctimas de innumerables hechos de violencia que, además de robos, incluían el maltrato psíquico y físico de las víctimas.
A partir de una charla que algunos vecinos miembros del centro vecinal de ese barrio tuvieron con la Fundación Ágora, las medidas para enfrentar la inseguridad cam
biaron y en consecuencia se modificó también el ritmo de vida de toda la comunidad barrial.
"Decidimos ocupar los espacios públicos, como la plaza Atahualpa Yupanqui y el predio en donde funciona el centro vecinal, para que no fueran tomados por los delincuentes. Nos dimos cuenta de que encerrarnos en nuestras casas no era sano ni efectivo para que bajara el índice de robos, y así optamos por salir a la calle y apropiarnos de nuestro ámbito de vida", dice Diego Puma, uno de los vecinos.
"Tuqui" Soria, la presidenta del Centro Vecinal, cuenta que se organizó una campaña con el sistema de difusión "de boca en boca" para lograr que los padres dejaran que sus niños salieran a jugar a la plaza y recorrieran las calles del barrio en bicicleta.
"Al principio, fue difícil porque sentíamos que los poníamos en peligro, pero después advertimos que los niños llenaban la plaza de adultos y que de esa manera todos estábamos mucho más comunicados y atentos a lo que le sucedía al otro", dice "Tuqui".
Después, un grupo de adolescentes formó una murga que ahora ensaya los fines de semana a la siesta, horario en que antes el barrio estaba desolado, y convoca a los vecinos en la plaza durante la noche para mostrar su colorido espectáculo.
Además, el centro le propuso a la dueña del almacén que los niños hagan las compras con una libreta de fiado, para que no lleven dinero, y organiza actividades para las fechas patrias, el Día del Niño o la fiesta de la primavera, que convocan a todos los vecinos.
Finalmente, descubrieron que la solidaridad es el mejor recurso para enfrentar la crisis. Así, todos los vecinos poseen una alarma comunitaria comunicada con la Policía que se enciende de manera automática en todas las casas cuando le ocurre algo a alguno de los vecinos.
Se confeccionaron listas con los números telefónicos de los vecinos para fomentar la cooperación.
"Si una persona llega tarde a la noche, llama a sus vecinos para que lo esperen en la puerta o lo observen mientras entra el auto en la cochera. También avisamos cuando vamos a estar varios días alejados de la casa", contó Puma.
Para ellos, los resultados son positivos y alentadores: "Hace tres años empezamos a cambiar y a partir de este año los robos disminuyeron. Ahora sólo tenemos jóvenes rateros que se llevan una bicicleta, un violín, la campera que quedó dentro de un auto, zapatillas o, a lo sumo, la máquina de cortar pasto de alguno; pero ya no tenemos hechos violentos y tampoco miedo a permanecer dentro de nuestro barrio", aseguró Puma.
Más experiencias. Medidas similares se tomaron en el Centro Vecinal de barrio San José, donde además los vecinos lograron iluminar por completo la plaza y ahora desarrollan allí actividades deportivas para gente de todas las edades.
Por otra parte, en barrio Parque Vélez Sársfield, el Centro Vecinal recuperó, junto a la Policía, un destacamento con base de radio y una moto nueva que les permite controlar el accionar de asaltantes, arrebatadores y reducidores que asolaba el sector.
Las acciones solidarias y la participación conjunta de la Policía con los ciudadanos demuestran ser la mejor estrategia para prevenir delitos.
Además, son una manera más saludable para afrontar la crisis, ya que el miedo paraliza y no siempre permite salir airoso de las situaciones delictivas.
Fundación Ágora. Laura Laub, socióloga especialista en seguridad humana y directora de la Fundación Ágora, se refirió a esta problemática: "Asociamos la inseguridad con la criminalidad, en lugar de pensar que ésta es fruto del miedo a la pobreza, la desocupación, la exclusión social y la discriminación que sufre gran parte de la población".
Aseguró que las mejores herramientas para sentirse seguros son las que aúnan a la gente en la búsqueda de soluciones solidarias al problema.
Laub contó que desde la fundación que preside han intentado recuperar espacios públicos que los cordobeses dejaron de frecuentar por miedo.
"Durante este año, y con el apoyo de la fundación teatral Medida por Medida, montamos obras de teatro en la costanera del río Suquía a altas horas de la noche y logramos que la gente saliera de su casa para ver los espectáculos. De esta manera, los vecinos se conocieron más y se unieron para tomar medidas de seguridad en conjunto", comentó.
"Es necesario que chicos, adolescentes, adultos y ancianos –continuó– salgan a la calle y se adueñen de los espacios verdes, pero también que los sectores marginales sean integrados en las actividades".
Por otra parte, recomendó que las medidas de seguridad se tomen de manera diferencial en cada barrio de la ciudad o pueblo de la provincia.
"Debemos ser capaces de pensarnos dentro de nuestra comunidad. Así podremos analizar dónde conviene a todos los vecinos que haya más luz, dónde queremos ubicar la parada del colectivo y cuáles son las zonas por las que tenemos miedo de transitar", reflexionó la socióloga.
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